Sentir dolor después de una rutina de ejercicios intensa es
normal e indica que nos estamos esforzando para lograr los resultados que
queremos, pero igual es molesto a la hora de realizar nuestras actividades cotidianas.
Es causado por los desgarros que se producen en las fibras
musculares y por las toxinas y el ácido láctico que se desprende de las células
al hacer alguna actividad física que requiera de mucha energía.
Si bien es cierto que a medida que hagamos más ejercicio, el
dolor será cada vez menos frecuente, mientras llega ese momento, lo que
queremos es que desaparezca y aunque el reposo ayuda bastante, a veces podemos
hacer más que dejarnos caer en la cama.
Colocar una bolsa de hielo en la zona afectada puede ayudar a calmar el dolor. Aunque no está comprobado científicamente, por mucho tiempo se ha utilizado el agua congelada como un analgésico natural. Es importante tomar en cuenta que antes de volver a empezar con el ejercicio hay que "calentar".
Estirarse es una buena opción. Expertos aseguran que hacerlo
antes y después del ejercicio ayuda a relajar los músculos, pero hay que tener
cuidado, no podemos hacerlo hasta que duela porque podría provocar más
molestias.
Masajear suavemente la zona afectada también ayuda a liberar
la tensión y toxinas causantes de este estado.
Un buen baño reparador nos prepara para reposar hasta que el
dolor haya disminuido o desaparecido.
Es importante recordar que aunque es típico que aparezca
dolor después de ir al gimnasio, si se siente en un solo lugar, no desaparece
durante varios días o impide la movilidad, se debe consultar a un médico para
determinar cuál es la causa del padecimiento.
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